Con demasiada frecuencia nos imponen una supuesta realidad, y ocultan esos pequeños detalles que marcan la diferencia.

martes, 2 de marzo de 2010

El adalid de las peinetas

El pasado 18 de febrero, el que fuera presidente del gobierno español entre los años 1996 y 2004, José María Aznar López, impartió una conferencia en la Facultad de Económicas de Oviedo, invitado por las Nuevas Generaciones del PP en Asturias. El acto concentró multitud de militantes populares y simpatizantes del personaje, pero también a algunos detractores que le recibieron con pancartas en contra de la guerra y con gritos de “fascista” o “asesino”. Finalmente el expresidente pudo entrar al salón de actos por la puerta trasera y entre los aplausos de sus incondicionales.

Durante el transcurso de la conferencia, Aznar culpó al actual presidente del gobierno de la situación económica española y afirmó que “ni tenía ni tiene condiciones para ser presidente del gobierno” y que uno de los errores cometido en estos años había sido parar el proceso de reformas que él mismo iniciara en 1996. También acusó a los socialistas de haberse “fundido” el país y descalificó a Zapatero para liderar la salida de la crisis porque “el jefe de los pirómanos no puede ser nunca el capitán de los bomberos”.

Toda la intervención del presidente de la FAES (Fundación para el Análisis y los Estudios Sociales), institución ligada al PP y que preside Aznar desde su creación en 1989 con el objeto de “nutrir el pensamiento y la acción política del centro liberal y reformista”, estuvo plagada de críticas a los dos gobiernos socialistas y afirmó que lo que necesita España para salir de la crisis es “una agenda nacional de reformas”, aunque sin especificar cuales deberían ser.

Las palabras del líder popular Aznar fueron interrumpidas hasta en cinco ocasiones por las últimas consignas de quienes deploraban su presencia allí antes de ser expulsados. En una de las ocasiones Aznar, haciendo gala de su habitual sentido del humor comentó “lo más que pasa, es que hay algunos que aunque pasen los años siguen empeñados en demostrar que no pueden vivir sin mí”. Sin justificar a quienes pretendieron reventar la conferencia, lo más preocupante no es la habitual actitud prepotente del adalid popular que pareció endiosarse más allá del bien y del mal con su victoria por mayoría absoluta en las elecciones del año 2000, sino la reacción de los seguidores que allí se reunieron y que respondían al grito de “presidente, presidente” a los intentos de reventar el acto de sus detractores. El coro de adeptos, que sí parecía que no pueden vivir sin Aznar, recordaba inquietantemente los vítores multitudinarios con los que las masas dirigidas bañaban a antiguos dictadores, y que con demasiada frecuencia se repiten en mítines y arengas de diversos partidos políticos. El fanatismo es peligroso porque los fanáticos no piensan por si mismos, simplemente hacen suyas las consignas que reciben, y llegan incluso hasta a explosionarse como hombres bomba.

Ciertamente el actual gobierno parece vagar sin rumbo con su estrategia para afrontar la crisis y es habitual que al día siguiente de anunciar una medida se retracten de su aplicación, pero de ahí a pretender que Aznar y su política fueron los salvadores de este país durante sus dos gobiernos hay una diferencia sustancial.

Ciñéndonos a datos económicos, es innegable que las dos legislaturas presididas por Aznar lograron reducir el paro es España, disminuir el déficit de sus cuentas y un notable crecimiento económico pero, como en todo en la vida siempre hay un pero, hay que tener muy en cuenta las circunstancias en las que se produjeron esos logros.

España recibió entre los años 94 y 99 50.654 millones de euros y entre 2000 y 2006 otros 61.890 euros, procedentes de los Fondos Estructurales de la Unión Europea para ayudar a los países más pobres. Las cifras suponían casi el 25 por ciento de las ayudas totales de la Institución europea. Así pues el gobierno Aznar se favoreció de estas aportaciones para reducir su déficit. Actualmente, España, lejos de recibir fondos, debe aportar más que antes para apoyar a las nuevas incorporaciones del club europeo. Otras financiaciones para las arcas del Estado fueron los importantes ingresos extras que se obtuvieron de la venta de las grandes Joyas de la Corona que había iniciado Felipe González: Telefónica, Repsol, Red Eléctrica, Tabacalera… Con todos estos ingresos extras el déficit de sus cuentas se fue enjugando.

El paro se redujo en un siete por ciento en cuatro años. También se incrementó la precariedad laboral, con despidos más baratos y la masificación de los contratos temporales, llegando a ser de esa modalidad dos de cada tres contratos, especialmente porque los sectores que lideraron el crecimiento fueron la hostelería, el servicio domestico, y, sobre todo, la construcción (todas ellas actividades con gran incorporación de inmigrantes), una de las principales causas del crack financiero en este país. En este sentido se puede apuntar que en diciembre de 1996 el sector de la construcción contaba con 346.000 parados. Siete años después la cifra había disminuido hasta los 267.000, y en diciembre del año pasado superaba los 781.000 fruto de ese enfermizo impulso de la construcción como fuente de riqueza durante los dos gobiernos Aznar. Eso sí, rizando el rizo se puede decir que los ocho años de gobierno del PP se potenció la incorporación de la mujer al trabajo: los salarios y empleos eran tan precarios que debían trabajar forzosamente los dos miembros de la pareja para hacer frente a los gastos.

Para redondear el descenso en las cifras del paro también hay que tener en cuenta los cambios introducidos por la Unión Europea en los criterios de la Encuesta de Población Activa (EPA) que se aplicó en el tercer trimestre de 2001. Para España supuso el descenso de un plumazo de 344.000 personas y 2,5 puntos porcentuales en las cifras del paro, así pues, tampoco es este aspecto todo fue fruto de la actuación del gobierno ni se crearon las bases para un empleo digno y duradero.

En cuanto al crecimiento económico, el Producto Interior Bruto español creció por encima de la media de la Unión Europea, pero lo hizo de manera muy desigual. Mientras los salarios apenas subían un tres por ciento, y en muchos casos por debajo de la inflación real, y los beneficios empresariales lo hacían por encima del treinta por ciento. El precio de la vivienda aumentó casi el treinta por ciento en cuatro años y mientras la presión fiscal se incrementó para las rentas más bajas, se disminuyó la de las rentas más altas, a la par que se redujo el gasto en protección social.

Con todo, la riqueza del país era cada vez mayor, pero peor repartida. Los empresarios y rentas más altas acumulaban mayores riquezas y beneficios, mientras los trabajadores veían recortado su poder adquisitivo (por ejemplo, una de las primeras medidas del actual candidato del PP a la presidencia del gobierno, Mariano Rajoy, cuando era ministro de administraciones públicas con el primer gobierno Aznar en 1996 fue congelar el sueldo de los funcionarios, incumpliendo un acuerdo firmado por el anterior gobierno), mientras se les incrementaba la presión fiscal y se disparaba el precio de lo más esencial: la vivienda.

Se entiende, de este modo, que una parte de la sociedad española, la más privilegiada, considere que Aznar fuera un gran mandatario para el país, le vitoree al grito de “presidente, presidente” y le encumbre en su estatus de adalid popular, de hecho también Franco y cualquier dictador tenían detrás los grupos de favorecidos que les apoyaban y les ayudaban a perpetuarse en los cargos, pero eso no significaba que su gestión política hubiera sido buena, excepto para ellos y los grupos que les mantenían en el poder.

Tras repasar los beneplácitos de sus dos gobiernos, demonizar los de su sucesor y recibir los agasajos dialécticos de sus seguidores, Aznar abandonó el centro universitario. En ese momento se produjo la noticia que más se repitió en los medios de difusión de ese día: Aznar al pasar cerca de un grupo de sus detractores les saludó alzando el dedo corazón de su mano izquierda, en lo que se definió como la peineta de Aznar. El rostro de satisfacción del adalid popular quedó perfectamente plasmado en las fotos que reprodujo la prensa y reflejaba cierta comodidad en el gesto, como si estuviera habituado a hacerlo. Efectivamente Aznar ha realizado más, y más sonadas, peinetas.



La 'peineta' de José María Aznar

La más importante tal vez fuera involucrar a España en una guerra ilegal y contra la voluntad de la gran mayoría de los ciudadanos de este país. Esa fue una gran y multitudinaria peineta que sólo contó con el respaldo de 183 diputados, precisamente la misma cifra de escaños con la que contaba el pp. Así pues fue una peineta compartida entre Aznar y sus acólitos, para todos aquellos españoles que estábamos en contra de la guerra.

Sería muy interesante conocer los motivos que llevaron a Aznar a sumarse a Bush en su ilegal guerra para controlar las reservas petrolíferas de Iraq. Quizás Bush le explicó lo importante y lucrativo que es el petroleo, y lo interesante de aprender el lenguaje que habla. Tal vez sus sucesivos encuentros le permitieron perfeccionar el inglés que más tarde le permitiría dar clases en la universidad norteamericana de Georgetown, impartir conferencias por las que cobra entre 60.000 y 90.000 euros, según ha publicado la prensa en ocasiones, e incluso ocupar un cargo de alto directivo en la compañía News Corporation del magnate de la prensa, Rupert Murdock, precisamente el único no anglosajón entre los dieciséis consejeros que reciben sustanciosas remuneraciones, concretamente Aznar recibió por ello 220.000 dólares en 2008.

Los ingresos económicos del presidente de la FAES y sus retorcidas estrategias legales para alcanzarlos son repasadas por Daniel Montero en su libro “La Casta, El Increible Chollo de ser Político en España”. Allí queda demostrado lo buen gestor que es Aznar, especialmente para lo suyo. En sus páginas se recoge que, además de los 60.000 euros de pensión vitalicia como expresidente del gobierno, Aznar, su labor “intelectual” (libros, conferencias,…) son explotados por la empresa Famaztela, que tuvo 306.000 euros de beneficios en 2007, además de los ingresos que le procura News Corporation y otros extras.

En cualquier caso aquí estábamos hablando de las peinetas de un adalid. Así pues está la satisfactoria peineta de la universidad de Oviedo, la descomunal peineta de la guerra de Irak junto a sus 182 diputados y también está la salvaje peineta, avalada por sus escuderos más cercanos, entre los que estaba Mariano Rajoy, de intentar hacernos creer que los atentados del 11M los había cometido ETA…bueno, quizás eso no fuera una peineta, quizás fuera tratar de metérnosla doblada. En realidad, los más puristas también introducen la opción de que fuera un corte de mangas sonoro...

1 comentario:

  1. gracias por publicar este blog..
    NECESITAMOS frentes contra los abusones de poder!!!!!!!!!! CUANTA RAZÓN TIENES...

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