Con demasiada frecuencia nos imponen una supuesta realidad, y ocultan esos pequeños detalles que marcan la diferencia.

sábado, 3 de julio de 2010

Analfabetos privilegiados

En pleno siglo XXI el analfabetismo alcanza al doce por ciento de la población mundial, lo que supone que unos 800 millones de personas apenas tienen nociones de lectura, escritura y cálculo. Evidentemente, mientras en los países desarrollados esta carencia apenas afecta al tres o cuatro por ciento de la población, los países pobres rozan tasas de analfabetismo cercanas al sesenta por ciento en Asia meridional y occidental y en el África Subsahariana, y supera el 63 por ciento en los países árabes. Burkina Faso, situado en el corazón de África, con catorce millones de habitantes, un índice de pobreza del 45 por ciento y una esperanza de vida media de 48 años, es el país del mundo con mayor índice de analfabetismo, alcanzando al 84 por ciento de la población.
Una vez más la pobreza y la falta de medios económicos es el principal condicionante de la desigualdad, aunque también influyen otros circunstancias, como los fanatismos religiosos. Ambos aspectos, pobreza y fanatismo, afectan más a las mujeres, y así en el caso extremo de Burkina Faso más del 93 por ciento de las mujeres adultas son analfabetas.
En nuestro país la tasa de analfabetos se aproxima al 2,3 por ciento de la población, casi un millón de personas, la mayor parte de ellos mayores de 55 años. Una vez más, los menos favorecidos son los más pobres, y dentro de ellos las mujeres, con una tasa prácticamente del doble que la de los hombres.
El pasado 20 de junio, el que fuera ministro de Economía y Hacienda en el primer gobierno de Felipe González, Miguel Boyer, realizó algunas declaraciones relacionadas con la actual situación económica y sobre las actuaciones del gobierno de nuestro país. Boyer, recientemente elegido consejero independiente de Red Electrica y anteriormente ideólogo de la FAES presidida por Aznar, ahora parece volver a la escena política y da su respaldo a las medidas adoptadas por Zapatero. Defiende los duros ajustes para reducir el déficit, retrasar la edad de jubilación y flexibilizar el mercado laboral.
Para redondear sus declaraciones, y dejar claras sus aspiraciones, el super exministro de Economía y Hacienda afirmó: "Si se siguen bajando los sueldos o manteniendo los que hay ahora en la alta administración, pronto sólo llegarán los analfabetos a la dirección del Gobierno". Aclaró que "no se trata de equiparar los sueldos a los de los presidentes de bancos, pero sí de que los ministros principales y los directores generales pueden tener una remuneración del orden de un subdirector de una empresa cualquiera".



Desconozco si Miguel Boyer tuvo en algún momento de su vida la necesaria vocación de servicio público para dedicarse a la política, pero ahora esta claro que no la tiene porque mientras defiende los ajustes de todo tipo para los administrados, aboga por la necesidad de incentivar a los dirigentes. Lo cierto es que sus deseos no van demasiado desencaminados con respecto a los del resto de políticos españoles que parece que sólo utilizan sus cargos para catapultarse a la obtención de beneficios económicos personales colocándose en cualquier entidad privada para engordar sus carteras.
Boyer parece olvidar que dirigir un país no es lo mismo que dirigir una empresa. En el primer trabajo se trata de gobernar para los administrados, realizar inversiones, política social y redistribuir la riqueza, y legislar para todo ello; de ahí la necesidad de vocación pública. La empresa privada dirige su actividad a generar riqueza para sus propietarios y accionistas, y normalmente no tiene escrúpulos de ningún tipo para lograrlo, así que la diferencia entre ambas dedicaciones es substancial.
En cuanto al despectivo comentario sobre que de seguir con emolumentos tan bajos en los órganos de gobierno, únicamente optarán a esos cargos los analfabetos, tal vez no ande demasiado desencaminado. Aunque no sean de la misma categoría que la de los analfabetos que suponen el 12 por ciento de la población mundial, y abocados a ello por la pobreza y el fanatismo, muchos políticos hacen gala de ciertos variantes de analfabetismo. Ser analfabeto no es sinónimo de ser ignorante, sino de no haber aprendido o recibido nociones de lectura y escritura, con las consiguientes dificultades para comunicarse y/o ampliar conocimientos. Si a lo que se refiere Boyer es a estos analfabetos con dificultades para comunicarse o abrir su mente a nuevos conocimientos, la política de nuestro país está plagado de ellos, incapaces de pensar o hablar por si mismos o comunicar lo que piensan, porque simplemente no lo hacen. Se limitan a seguir directrices y repetir consignas superiores. Si por el contrario se refiere a que no poseen la formación suficiente para ocupar esos cargos, también la retahíla de políticos españoles sin ella, pero con cargo y remuneración, es extensa.
Con todo, la política española está plagada de privilegiados analfabetos que se ganan la sopa boba por hacer más bien poco. Un gobierno con integrantes técnicos y preparados es una tecnocracia, y dudo mucho de que muchos políticos españoles, incluido Boyer, pudieran formar parte de ella.

No hay comentarios:

Publicar un comentario