Con demasiada frecuencia nos imponen una supuesta realidad, y ocultan esos pequeños detalles que marcan la diferencia.

miércoles, 13 de agosto de 2014

Robin Williams, más allá de los sueños

El pasado 11 de agosto el actor norteamericano de Chicago, Robin Williams, decidió poner fin a sus actuaciones en esta vida. Hasta entonces el genial interprete, había sido capaz de arrancar sonrisas, risas y carcajadas con la misma intensidad con la que podía contagiar al espectador las más profundas y sentidas emociones.
Sin el habitual físico de los galanes se ganó al público a partir de las comedias televisivas con las que se inició en la década de los setenta, tras abandonar sus estudios de política, para en la década siguiente comenzar su fulgurante carrera cinematográfica en la que, de un modo u otro, participó en una setentena de films, en algunos como secundario, pero en muchos como protagonista, incluso sólo prestando su versátil voz a dibujos animados. Precisamente su facilidad para imitar e improvisar le convirtieron en un actor especial, capaz de innovar los proyectos de guionistas y realizadores hasta el punto de reescribirse los guiones adecuándose a sus aportaciones.
Nos permitió soñar llevándonos al país de nunca jamás en Hook, interpretando a un avanzado androide en El hombre bicentenario, al presidente Theodor Roosvelt en la saga de Una noche en el museo, a la señora Doubfire o a Jumanji, en sus peliculas homónimas, al soldado protagonista de Good morning Vietnam, o a tantos otros inolvidables personajes. También nos hizo recapacitar en Despertares, dando vida al neurólogo que tuvo que enfrentarse a sus propios miedos y a su entorno con sus avances investigadores en la encefalitis letárgica; en Jack, siendo el niño protagonista, que sufre una enfermedad similar a la progenia, que le hace envejecer aceleradamente, al doctor Pach Adams en su intento de reivindicar la risoterapia, o al psicólogo capaz de orientar al Indomable Will Hunting, lo que a la postre le sirvió para obtener el oscar al mejor actor secundario, que junto a cinco globos de oro fueron los galardones más importantes de su carrera profesional, aunque sin duda el reconocimiento del público constituyó su mayor éxito.
Lamentablemente, como certifican sus amigos, vivió más para hacer reir y disfrutar a los demás, olvidándose de si mismo y de su propio dolor y entregándose a la fatalidad de los personajes de algunas de sus memorables películas que acabaron suicidándose, como uno de sus alumnos del Club de los poetas muertos, o a su esposa en Más allá de los sueños, donde nos descubre como, más allá de la vida nos espera aquello que seamos capaces de crear.
Si bien actuar no es crear, sino representar, la peculiridad de este actor creaba realmente a sus personajes. Gracias, Robin Williams, por  habernos hecho reir, soñar y pensar, sólo con tus interpretaciones, y más allá de espectacularidades, bellezas impactantes y efectos especiales.

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