Con demasiada frecuencia nos imponen una supuesta realidad, y ocultan esos pequeños detalles que marcan la diferencia.
Conexiones galaico catalanas
Explicaba el genial Pepe Rubianes en su autobiográfico
monólogo “Rubianes solamente” que él era un actor galaico catalán, ya que “nací
en Galicia, aunque casi nunca he vivido allí, y catalán porque he vivido
siempre en Cataluña, aunque nunca nací aquí”. Aquella fue una fructífera fusión
entre las culturas más occidental y más oriental de este país llamado España
cuyo resultado cristalizó en un humor inteligente, tan peculiar y personal que
creó escuela entre humoristas y monologuistas.
Actualmente el único asomo de risa entre las conexiones del
galaico presidente del gobierno pepero español y el catalán presidente de la
generalitat convergente de Catalunya es el de reírse por no llorar y la única
coincidencia entre ambos partidos gobernantes es la corrupción que les salpica
hasta el tuétano. Por lo demás el gallego se empeña en la unidad nacional, que
sustenta sus intereses y los de sus amigos, mientras que el catalán busca
mantener “els seus i els del seus amics” en su pequeña parcela de poder, aún a
costa de reivindicar una independencia que jamás defendieron, pues simplemente
eran los amigos que hablaban catalán del régimen españolista correspondiente,
bien fuera franquista, restaurador o absolutista.
El perdedor de la falta de conexión y diálogo es el pueblo
catalán, ninguneado por el gobierno del galego Rajoy, delfín de Aznar, heredero
de Fraga, franquista reconocido, en sus reivindicaciones culturales diferentes,
y manipulado por el delfín del ex molt honorable català Jordi Pujol, socio en
el pasado de Aznar y sus secuaces, y encarcelado por el régimen del caudillo
ferrolano, como para rubricar el enfrentamiento catalán con el gobierno central
presente desde que en 1700 se coronara rey el Borbón Felipe V, frente al
candidato de los Austrias defendido desde Cataluña. Así pues las malas
conexiones entre los países catalanes y el estado español proviene de lejos,
pero centrémonos en las actuales relaciones galaico catalanas. Desde el
gobierno del galaico Rajoy se azuzó a la fiscalía para que se querellara contra
el pérfido catalán Artur Mas por consultar a sus gobernados sobre sus
aspiraciones de independencia. La tendenciosa
ambigüedad de tildar de antidemocrática precisamente a una consulta que
reflejaría la voluntad del pueblo fue abanderada por el entonce ministro de Justicia,
Alberto Ruiz Gallardón y secundada por
todas las hordas peperas, lo que deja patente la nula conciencia democrática de
todos ellos.
El desmantelamiento y la politización de la justicia
promovidos por Gallardón continúan con su sustituto Rafael Catalá, que ya ha
marcado marzo como fecha definitiva para alejar del caso Gürtel al juez Ruth,
no vaya a ser que más carnaza pepera ocupe el banquillo. Catalá, que no es
catalán, sino madrileño, fue secretario de estado de infraestructuras, cuyo
cargo le supuso una conexión gallega indeseada pues lo ocupaba cuando el
accidente de un tren Alvia en Santiago de :Compostela el 23 de julio del año
pasado provocó 79 muertos y más de 140 heridos. La función de Catalá fue la de culpabilizar
al conductor y eximir a administración y constructores de cualquier error o
aspecto, ocultando y manipulando datos, no fuera a ser que ensuciaran la marca
España y la de su alta velocidad. Quizá el premio a tan rastrera labor sea el ministerio. Otra
con catastróficas conexiones galaicas fue Soraya Sáenz de Santamaría que era
asesora jurídica de Rajoy mientras los hilillos de plastilina del hundido
petrolero Prestige ennegrecían su futuro político. Los galaicos errores
enterrados por Soraya, que no es catalana, sino vallisoletana, como las rancias
raíces políticas de Aznar, tal vez fueron su pasaporte a la vicepresidencia.
Pero ocultar los trapos sucios no es el único ingenioso método de trepar en la
dominante política nacional. Desde las más oscuras profundidades de la FAES,
laboratorio de ideas y captaciones y blanqueos del partido popular, se gestó,
forjó y lanzó el Pequeño Nicolás, perfeccionado intermediario y conseguidor del
neoliberalismo de la marca España cuyo primera víctima es el primer responsable
de la misma, el secretario de estado de comercio, otro experimento surgido de
la fundación aznariana, y con el gusto muy caro.
Nicolás tiene su conexión Galaica, pues al menos viajó a
Ribadeo (Lugo) sobreprotejido por escoltas policiales del ayuntamiento madrileño,
y su conexión catalana, pues entre otros negocios debía boicotear el independentismo
de ERC, pero aunque también le envuelva cierto tufo de absurdo humor, no le
llega ni de lejos al logrado por el irrepetible e inolvidable galaico catalán Pepe
Rubianes que viendo los aires que invaden este corrupto país seguro que se revuelve molesto desde allá donde esté, aunque una ley mordaza intente impedírselo.
después de un litro de orujo de casa... todos apátridas y a mear banderas
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