Con demasiada frecuencia nos imponen una supuesta realidad, y ocultan esos pequeños detalles que marcan la diferencia.

sábado, 13 de junio de 2015

Las hormonas del nuevo poder

Las hormonas son sustancias producidas por células especializadas con el fin de influir en la función de otras células. Así pues son mensajeros químicos, producidos por todos los organismos pluricelulares, incluidos los vegetales, aunque en este último caso únicamente filohormonas capaces de regular todo cuanto afecte a su crecimiento y desarrollo. Los organismos animales, más complejos en su composición y funciones generan más hormonas en proporción a su complejidad, y en todos ellos cumplen esa función comunicadora de la química, al nivel de los neurotransmisores y las feromonas en aquellas especies que las generan, pero todas ellos son esenciales para que los órganos y cuerpos sigan las directrices marcadas por los órganos rectores en cada momento para mejor garantizar la supervivencia del individuo y de la especie. Las más estudiadas, en animales y humanos, son las sintetizadas por las glándulas endocrinas, aunque son capaces de producir hormonas casi todos los órganos.

Desde la autosuficiencia característica de la raza humana nos gusta pensar que somos capaces de dominar todo desde nuestras poderosas mentes racionales, pero nos olvidamos del casi absoluto poder decisorio del inconsciente, y sobre todo de que somos animales que, aun evolucionados, conservan sus más esenciales instintos de supervivencia, como todos los animales.

En este sentido se puede se puede asegurar que la evolución de la vida animal, al menos en el caso de los vertebrados, está marcado por la testosterona, la hormona que estimula el desarrollo de los caracteres secundarios del macho y la producción de esperma. Es la testosterona la que provoca la agresividad en la lucha de los machos por las hembras (la de las hembras está más relacionada con la protección de los cachorros) en la que el más fuerte garantiza la supervivencia de sus genes a través de la descendencia, y es la testosterona la que mantiene en su privilegiado asiento a los machos alfa de las manadas; tanto es así que se ha comprobado que en las hienas, especie en la que las hembras dominan, es la mayor presencia de testosterona en sus organismos la que define su agresividad y escala en la pirámide grupal.

Vale que los machos humanos ya no nos peleamos, salvo excepciones, para conquistar a las mujeres, (porque afortunadamente a ellas les seducen más otras motivaciones porque sino aún andaríamos a hostias por lograr su atención) pero aún así las culturas, exceptuando alguna rareza matriarcal, y sociedades humanas se basan en la testosterona, trasladando el poder de la fuerza física al poder de cualquier otro tipo: económico, legal, institucional,... hasta espiritualmente las tres tendecias dominantes en el planeta, cristianos, musulmanes y judíos están marcadas por la testosterona y son profundamente machistas.

Políticamente sucede lo mismo, se gobierna bajo el criterio de la testosterona, en este caso doble; la primera la del propio candidado que como individuo quiere agrandar su ego y exhibir su poder, y la segunda la del sistema que le sustenta basado en el poder económico, que quiere más y más dinero en una retroalimentación infinita que enriquece a unos pocos y esclaviza y aboca a la miseria a la mayoría.  

Ahora el sistema se revuelve y advierte de los peligros del cambio y de las catastrofes que se avecinan porque intuye que se acerca el final de la testosterona como hormona del poder dominante en la política española, la que asigna la corona y los títulos por genes y linaje, la que pretende perpetuar el dominio de los poderes existentes y mantener las desigualdades y los estatus alcanzados históricamente por la fuerza, la que maquilla de democracia la oligarquía que gobierna nuestros destinos, y los del todo el planeta como consecuencia de la globalización. Los poderes globalizados por  la testosterona saben que si en España el cambio funciona todo el sistema se resquebrajará hasta hundirse porque se basa en la desigualdad y la especulación.

Tal vez durante muchos siglos la testosterona fue necesaria para garantizar nuestros instintos de supervivencia con respecto a otras especies, e incluso culturas, pero hace ya demasiado tiempo que sabemos que todos los seres humanos somos iguales y ya llegado el momento de cambiar nuestro nivel de conciencia y colocar como nueva hormona del poder a la oxitocina, que es la que a la postre nos garantiza la existencia como individuos. 

Esta hormona es generada masivamente por la mujer durante el parto y la lactancia, y es la que ayuda a crear los fuertes lazos materno filiales que convierten la supervivencia del recién llegado en el principal objetivo de la progenitora. La conocida como hormona de la empatía, del amor, de la confianza, de la generosidad,... también es generada por los hombres, pero en menor cantidad (como sucede con la testosterona en las mujeres) y principalmente durante los orgasmos, situación que comparten con las mujeres, en ellos provocando la circulación del esperma y en ellas la contracción de la musculatura pelviana. Ese dominio de la testosterona sobre la oxitocina en el hombre es el que ha dominado y domina la historia y nuestra realidad política y social, primando la fuerza y el poder de cualquier tipo y sus manifestaciones, sobre la empatía ante cualquier ser vivo, pero en especial ante los congéneres. 

Afortunadamente, el cambio hormonal que rija nuestra globalizada sociedad está aquí. Precisamente dos empáticas mujeres, las nuevas alcaldesas de las dos principales ciudades del país dejaron patente la nueva hormona dominante cuando, tras saberse vencedoras, anunciaron que su prioridad iban a ser las personas y evitar las situaciones de miseria que afectan cada vez a más población gracias a las políticas de la testosterona que priman macroeconomía y presunto prestigio internacional, además de sus prebendas y poltronas sobre cualquier otra cosa.

Era emocionante comprobar como en las tomas de posesión de los alcaldes de las grandes ciudades promovidos por plataformas ciudadanas, mareas de esperanzadas personas que celebraban el necesario cambio en el que el pueblo tome en realidad el poder, no a través de escogidos representantes y corruptos partidos políticos, y haga políticas más humanas, y para las personas; porque el futuro debe basarse en la solidaridad, no en competitividad. No va a ser fácil porque las estructuras de la testosterona y sus voceros tratarán a toda costa de evitar la caída de su régimen y para ello es necesario que los nuevos gestores no lo hagan bien, porque si lo hacen medianamente bien, se acabaron los falsos argumentos del apocaliptico caos que anuncian por llegar con su ausencia.

 

 En cuanto a la mayoría de las mujeres politicamente poderosas hasta ahora, sólo son para dar sensación de igualdad, pero en el fondo son más de lo mismo y su única empatía es con el dinero y los privilegios que les otorga el poder. Hay otros muchos, pero pongamos como ejemplo a Rita Barberá que aparcó su coche durante 24 años para rodearse de vehículos oficiales y otros lujos, además de tener el sueldo de cargo público más elevado de España. 

Los nuevos lo harán bien. Sólo con recortar tanto derroche y privilegio, y suprimir tanto asesor de confianza inútil tienen una parte hecha, pero mientras el sueño se realiza por completo recuerda que los orgasmos incrementan tu empatía, lo que sin duda mejorará el mundo.



 (El  vídeo es de julio de 2012, con drásticos recortes sociales ya adoptados, y es indicativa del grado derroche del sistema político español)

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